Estamos de vuelta a este espacio virtual que engrosa mi egolatría a niveles estratosféricos y proporciones inverosímiles que serían pequeñeces desde la perspectiva de nuestro gran dios Cthulhu. Vamos al lío. Twitch, es la caña. Así de claro. ¿Por qué? Porque hay repercusión, se trabaja escuchando lo que te da la gana (Ahora estoy con el Stadium Arcadium de Red Hot Chilli Peppers, que es una banda que adoro con locura y más todavía su bajita, Flea aka “El puto amo”). Pronto llegaré a los 50 followers y aunque eso no era para nada mi objetivo (Véase mi panel en Twitch), la verdad que me sienta muy bien. Patrick, ¿Te la pone gorda eso? No, no diría tanto. Pero me alegra mucho, eso sí. Será cosa de un mes que me embarqué en Twitch y, joder, al principio no venía ni el Tato. ¿Ahora? No hay día que no asome alguien a decirme algo y eso es sensacional (Vale, por ejemplo esta mañana no ha venido nadie, nada es constante así que va como va). Total, que estoy muy chachi pistachi y esas cosas que dice la gente. ¡Aquí van los dibujos, coño hostia ya!
Por cierto, ¿Quién es Tato? ¿El de Chicha, Tato y Clodovéo? ¿Tan grave es su presencia como última y definitiva alternativa como compañía? Tato, si lees esto responde. O cualquiera que lo lea, que me saque de dudas porque no puedo vivir así. Es imposible. No duermo por las noches como si fuera un trastorno. Tato, Tato, Taaaaatoooooo… ¿Dónde andas, Tato de mi corazón? ¿Puedes soportar ser una frase hecha? ¿Un cliché con patas? Tato, te quiero. Me toco por las noches pensando en ti, de ahí que no duerma. Aunque no sé de tu aspecto ni… ¡Maldita sea, Patrick! ¡Pon los putos dibujos de la semana que cuando no te tomas la medicación eres lo puto peor, joder ya!
Vale, vale… Ya voy. No se ponga así. Póngase de otra manera si quiere.




